En torno al Cristianismo, el Islam y la Ciencia
S.L. Jaki acaba de publicar en Real View Books
un interesantísimo trabajo titulado "Jesus, Islam,
Science" (30 pp) al hilo de las reflexiones suscitadas
por la demolición terrorista de las Torres Gemelas
de Nueva York el 11 de Septiembre de 2001.A continuación
traducimos la sección final "Dilema para los Musulmanes",
que, en cierto modo, sirve de conclusión a dicho trabajo.
"El mundo musulmán permaneció en gran medida
fuera de esta evolución (la que condujo en el Occidente
Cristiano a compaginar razón y revelación, y
más tarde revelación y ciencia moderna) hasta
décadas recientes, que han presenciado la aparición
de nuevas entidades musulmanas surgidas en parte sobre el
terreno de las antiguas posesiones coloniales de Occidente.
Aunque políticamente independiente, el nuevo mundo
musulmán sigue dependiendo fuertemente de la potencia
tecnológica, científica y económica occidental.
Es una inmensa tarea la de transformar los campos petrolíferos
de los musulmanes y los otros recursos geológicos en
empresas autosubsistentes conducidas exclusivamente por musulmanes
y desarrolladas sólo por ellos. Una de las dificultades
está en formar una gran multitud preparada tecnológica
y científicamente, una tarea que conlleva consigo más
problemas de los que parece a primera vista.
El más profundamente enraizado de estos problemas
es que una clase educada, a menudo mucho mejor preparada que
la mayoría de los clérigos musulmanes, es claramente
refractaria a permanecer bajo un azote religioso que trata
de controlar el intelecto aun en materias no religiosas. Lo
que trató de evitar el mundo musulmán hace mil
años, a saber plantar cara a la cuestión de
la ciencia y la revelación, ya hoy no puede evitarlo.
Bien pudiera ser que la ola fundamentalista que actualmente
barre el Creciente (símbolo del Islam) tenga su fuente
en la ansiedad de los Imanes porque la Occidentalización
a través de la ciencia y la tecnología, llegue
a golpear la credibilidad del Koran, y que pueda hacerlo de
modo más tajante de lo que podría llegar a hacerlo
el mensaje cristiano de salvación de Jesús.
El golpe se percibirá mayormente por mentes musulmanas
entrenadas en las ciencias, que podrían reflexionar
sobre el innegable voluntarismo que caracteriza a Dios, el
Creador, en el Koran. Tal entrenamiento no puede evitar que
se imponga (por si misma) una visión de los procesos
físicos válida consistentemente a través
de muchos ordenes de magnitud. Baste pensar en la competencia
de la ciencia para explorar interacciones que han tenido lugar
hace quince mil millones de años. Al superar esa enorme
medida de consistencia el científico musulmán
no puede evitar el pensar en el contenido de la sura 35, llamada
"El Creador". No es tanto un discurso sobre el Creador
y su obra como una advertencia contra la caída en la
idolatría. Contiene una comparación entre la
indecible impotencia de los ídolos y el poder de Dios;
entre la prosperidad del hombre devoto y la desgracia del
que obra mal. Pero al subrayar la fiabilidad de la fe en Dios,
se pone mucho más énfasis en el fracaso que
vemos a menudo en los idólatras que en la segura eficiencia
que vemos en la gran obra que sale de la mano de Dios, en
la naturaleza. Así el científico musulmán
simplemente salta de la sartén al fuego si, en orden
a resolver el conflicto entre su fe y su razón, se
refugia en la interpretación de Copenhague de la mecánica
cuántica.
La gente tiene cerebro. No pueden posponerse indefinidamente
o ser despachadas facilonamente las respuestas a preguntas
inoportunas. Se preguntarán las mismas cuestiones sobre
el Koran que la crítica literaria de la Biblia se propuso
en Occidente hace cien años. La cosmología científica
demanda urgentemente una nueva mirada a la cosmovisión
primitiva del Koran y a su insistencia en que el mundo fue
creado en cuatro días. La educación de las mujeres,
la necesidad de cubrir puestos de trabajo con mujeres simplemente
porque no va a haber suficientes hombres para llevar adelante
una forma tecnológicamente compleja de vida, hará
surgir aún más preguntas en las mentes musulmanas
acerca de hasta qué punto se puede tomar al Koran como
guía. Encuentros cada vez más frecuentes con
cristianos harán surgir preguntas en muchas mentes
musulmanas acerca de la fiabilidad de lo que el Koran dice
acerca de Jesús, la Iglesia y los cristianos. Las modernas
comunicaciones harán cada vez más dudoso que
grandes zonas de la Tierra sigan permaneciendo como territorios
exclusivamente musulmanes. La televisión por satélite
pondrá en lo más sagrado de los hogares mucha
información que los clérigos musulmanes encontrarán
cada vez más difícil mantener fuera.
En este proceso se preguntarán cada vez más
cuestiones acerca de los hechos concernientes a Jesús
y en qué medida un creyente musulmán se ha de
tomar en serio la afirmación del Koran de que Jesús
fue un verdadero creyente en el sentido en que el Koran toma
esa palabra. Pero ¿sobre qué base puede saberse
lo que Jesús fue, dijo e hizo? ¿Sobre la base
de los escasos datos dados en el Koran acerca de él,
o sobre la base de fuentes inmensamente más informativas?
Al menos, serán legítimas cuestiones acerca
de la firme aserción que se hace en el Koran de que
Jesús hizo milagros espectaculares. Ciertamente el
propio Koran le empuja a una a considerar la cuestión
de si será o no imposible que Jesús, que tanto
honor, apoyo y luz recibe en las Escrituras de Dios, esté
capacitado a enseñar sólo la estricta doctrina
del puro monoteísmo. La contestación del Koran
es firme y de nuevo liga la recta respuesta a su énfasis
en que Jesús fue sólo un hombre: "No parece
propio que un hombre al que Dios le ha dado las Escrituras,
la Sabiduría y el don de profecía vaya entonces
y les diga a sus seguidores: "Sed adoradores míos
así como de Dios", sino más bien "Sed
perfectos en las cosas que miran a Dios, ya que conocéis
las Escrituras y las habéis estudiado en profundidad"
(3: 72-73).
A la vista de que el Koran es testigo de la pobre información
que tenía Mahoma de las Escrituras judías y
cristianas, la lógica de las anteriores afirmaciones
del Koran parece quedar abierta a escrutinio. Naturalmente,
uno no puede argumentar con la sola pretensión de que
Mahoma recibía revelaciones. Además ellos, especialmente
Jesús y otros profetas antes de él, apoyaban
su pretensión de hablar en nombre de Dios con milagros.
Entonces estará justificado preguntar si los dichos
del Koran sobre Jesús corresponden a los hechos, y
si los milagros asignados a Jesús en el Evangelio son
o no los hechos que debería decidir cual fue el propósito
para el que fueron realizados. Según los Evangelios
ese propósito fue dar credibilidad al monoteísmo
trinitario. Rechazar esta inferencia sobre la base de que
la fe en la trinidad es una ofensa a la razón, que
no puede aceptar que tres son uno y uno son tres. Pero en
vista de la enorme inversión de capacidad intelectual
por parte de los cristianos para deshacerse de esta patentemente
absurda presentación del Dogma de la Trinidad, y de
objeciones todavía más serias contra él,
el cristiano está autorizado a pedir a cualquier musulmán
honrado que reconsidere su punto de vista sobre la postura
cristiana.
Aparte de cuestiones de detalle, tanto lógicas como
conceptuales, el teólogo musulmán puede esperar
que la creencia cristiana en la Trinidad sea una respuesta
a los hechos antes que ponderar cuestiones de lógica.
Es precisamente sobre la base de los milagros, tan diferentes
de los que de manera espúrea, se registran en el Koran,
y también sobre el milagro psicológico de Jesús,
que sobre pasa inmensamente todo lo que pueda decirse de Mahoma,
sobre la que los cristianos basan su fe en que Jesús
habló como corresponde a Dios y que por tanto el Espíritu
Santo que él prometió también era de
naturaleza divina. La fe cristiana en la Trinidad, que no
tiene nada que ver con las fantasías Gnósticas
ni con las cogitaciones Hegelianas, es una fe basada en hechos,
las milagrosas intervenciones de Dios, principalmente a través
de Cristo, en la historia.
Estos hechos no son, naturalmente, los hechos de la ciencia
física, pero son hechos a pesar de todo, y la clase
de hechos sobre la base de los cuales los hechos de la ciencia
pueden justificarse como hechos. Los hechos prevalecerán
y ni siquiera el mundo musulmán puede escapar a la
lógica de que lo mejor es estar de parte de los hechos.
Los hechos son el alma de la ciencia que el mundo musulmán
debe acumular, quiérase o no, no tanto, como piensan
algunos terroristas, para hacer posible una espectacular desestabilización
del Occidente Cristiano y post-Cristiano, sino para la supervivencia,
el sustento, y el cuidado de la salud del Oriente Musulmán.
Muy posiblemente será bajo el impacto de los hechos
impuestos por la ciencia bajo los que el Islam tendrá
que echar una mirada en serio al hecho, con mucho el más
grande la historia humana, el hecho que es Jesús, el
ungido, el Mesías, el Cristo. Este hecho encontró
desde los primeros tiempos cristianos su símbolo sagrado
en la figura del pez. Las cinco letras que componen la palabra
griega ICQUS (pez) empiezan respectivamente las cinco palabras
que juntas constituyen la más profunda aseveración
acerca de Cristo: Jesús Cristo Hijo de Dios, Salvador.
Que esto también pueda hacerse verdad del mundo musulmán
para que su dilema pueda servirle como motivo de su salvación.
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