JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD: De Denver 1993 a Sidney 2008
Para la red católica global de televisión EWTN (Eternal World Television Network), fundada por la madre Angélica, los encuentros del Para con los jóvenes en las jornadas mundiales de la juventud, inventadas por Juan Pablo II, son algo así como los Juegos Olímpicos cada cuatro años para las cadenas de televisión seculares de todo el mundo.
Este verano de 2008 se celebró en Sidney (Australia) la segunda Jornada Mundial de la Juventud presidida por Benedicto XVI que ya había presidido la de Colonia (Alemania) el verano de 2005, pocos meses después de la muerte de Juan Pablo II. En Sidney más de medio millón de jóvenes católicos de todo el mundo dieron vivo testimonio de su fe, entre ellos cerca de 21.000 jóvenes españoles. Al finalizar el acto, acompañados por el Cardenal Rouco, arzobispo de Madrid, acogieron con júbilo la noticia de labios del Papa: "la próxima Jornada Mundial de la Juventud tendrá lugar, Dios mediante, en Madrid el año 2011".
Se cumplen quince años de la Jornada Mundial de Denver, una jornada muy especial por muchas razones, en especial por un incidente protagonizado por la Madre Angélica, que iba a tener resonancia inesperada en los EE.UU. y en todo el mundo. Lo resumimos aquí brevemente siguiendo el relato de Raymond Arroyo en su libro Mother Angelica: The Remarcable Story of a Nun, Her Nerve and a Network of Miracles (Doubleday: New York, 2005)
La noche del viernes 13 de agosto de 1993, EWTN transmitía el Viacrucis desde el Mile High Stadium (Denver) en torno a las 19.30h. La Madre había subrayado la importancia del evento el día anterior, animando a la audiencia a unirse al Papa y a la juventud del mundo en la contemplación de la Pasión de Cristo. Pero aquella noche, nada sucedía de acuerdo con lo programado. El Cardenal Eduardo Pironio, del Consejo Pontificio para los Laicos, y no el Santo Padre, era el que presidía el Viacrucis. Y cuando el grupo formado por los Fountain Square Fools, con base en Cincinnati, irrumpió en la arena para realizar su representación de la Pasión de Cristo, un escalofrío recorrió el país.
Un nuevo productor, Michael Warsaw, que había sido anteriormente responsable en la Basíclica de la Inmaculada Concepción en Washington D.C., estaba sentado en el camión de la EWTN, con cara de asombro, al ver como comenzaba el Via Crucis. Había algo extraño en uno de los intérpretes de la Pasión. Cuando Warsaw bajó durante una breve interrupción, Chris Harrington ocupó su sitio ante el panel de monitores de TV. Ella no podía creer lo que veía, mortificada por la escena, y segura de que la Madre Angélica no lo iba a estar menos. Sobre la escena, cubierta por una túnica de seda blanca, Christina Brown, muy atractiva y muy femenina, aparecía en el papel de Jesucristo ante 70.000 adolescentes y millones de hogares.
Harrington abandonó inmediatamente el camión para ir al encuentro de la Madre Angélica. La monja, sentada en el restaurante del hotel con Bill Stelltemeier hermana Margarita María, estaba inspeccionando su postre de chocolate blanco cuando Harrington llegó a la carga: "Madre. Tengo algo que necesito decirle". Harrington se contuvo. "Están representando el Via Crucis y han puesto a una mujer en el papel de Cristo".
"Me estás tomando el pelo" - dijo Madre Angélica, poniendo el tenedor al lado del postre sin empezar. Se puso en pie y se dirigió inmediatamente al camión para verlo por sí misma. "Es una mujer" - exclamó indignada mirando a los monitores - "Se acabó. Ya he tenido bastante".
La Madre Angélica despachó a Stelltemeier a las oficinas de la Conferencia de Obispos para pedir una explicación. Estaba herida e indignada. Según lo veía ella, EWTN habría sido arrastrada a una acción de agitprop en favor de la ordenación femenina. Si una mujer podía representar el papel de Jesús ante millones de espectadores en un evento pontificio oficial, ¿por qué se les iba a negar a las mujeres el derecho a aparecer "in persona Christi" en el altar?
La habitación de Stelltemeier estaba al lado de la de la Madre Angélica en el hotel. Según dijo luego él, la Madre había estado levantada la mayor parte de la noche, llorando y rezando. Angustiada por cómo responder a lo que ella consideraba una presentación cor carga política, la Madre se sentía urgida a defender a la Iglesia y al Papa.
"Señor, estoy disgustada. Estoy contrariada" - rezaba - "No quiero decir lo que estoy pensando. Quiero decir lo que tú quieres que diga"- Y sin planes definitivos, resolvió hacer un pronunciamiento al día siguiente.
Reaccionando ante las persistentes inquisiciones de Stelltemeier y esperando desinflar una controversia en ciernes, la conferencia de obispos hizo público un escueto pronunciamiento el 14 de agosto. "La representación teatral nunca ha sido una representación histórica" - decía la declaración. - "Los organizadores nunca intentaron que la representación del Via Crucis fuera una presentación histórica. Cualquiera, hasta un niño, podría haber actuado en cualquiera de los papeles".
Sin las sutiles competencias interpretativas de los asesores de la Conferencia, el Denver Post, en su edición matutina, veía el "transgenerado" Via Crucis de un modo distinto. El reportaje decía que "Jesús estaba representado por una mujer, un hecho que algunos habían encontrado irónico teniendo en cuenta que la Iglesia Católica no pensaba ordenar mujeres sacerdotes".
Los organizadores admitieron que la elección de una joven para representar el papel había estado premeditado. Sally Lovelarkin, directora ejecutiva de "Fountain Square Fools", le dijo al Catholic News Service el 8 de septiembre que Christina Brown había sido escogida específicamente porque "ella se parecía mucho a los retratos típicos del Renacimiento que representaban a Jesús" y que se había hecho todo lo posible por separar género y retrato.
Esa separación escapaba por completo hermana Maureen Fielder, defensora acérrima de la ordenación femenina. "La única razón por la que el Vaticano pretende que las mujeres no pueden ser sacerdotes es que nosotras no podemos dar la imagen de Cristo", le había dicho Fielder a un reportero que seguía el Via Crucis. "Sin embargo, obviamente, si ellos están dando la imagen de Cristo mediante una mujer, alguien entre ellos piensa que nosotras podemos dar la imagen de Jesús. Si están usando una mujer en las Estaciones de la Cruz... están demoliendo con su propia mano uno de sus principales argumentos".
Un alto dignatario vaticano que estaba presente cuando el Papa estaba viendo el Via Crucis en televisión comentó a R. Arroyo en una entrevista que Su Santidad "siendo actor, sabía bien como poner todo en su contexto. Ciertamente había percibido la intención del mensaje". La archidiócesis de Denver puso en marcha una investigación para descubrir quien era responsable por la representación. Pero el estado mayor de la conferencia de obispos cerró filas. La hermana Mary Ann Walsh, directora de comunicación de la Jornada Mundial de la Juventud, dijo que los "Fountain Square Fools" habían sido respaldados por la archidiócesis de Cincinnati, algo que la misma diócesis nunca negaría después.
Pasando revista al reportaje durante el desayuno, la Madre Angélica anunció su plan para el día. "Voy a dinamitarlos. ¿Qué opinas tú? pregúntó la Madre a Bill Steltemeier. "¡Adelante Madre!"
Angélica telefoneó a la hermana Rafael (su segunda en el convento de Alabama) y le dijo que se asegurara de que todas las hermanas vieran la emisión de mediodía. Ese sábado, el segmento de "Mother's Corner" tenía como título "La Agenda Oculta". Sentada en una banqueta ante una cámara de TV que lucía el emblema del Día Mundial de la Juventud, la Madre Angélica aparecía ofendida desde el primer momento. Como un muro reteniendo un torrente, la barbilla apretada contra el pecho, sus ojos como dos puntos de mira preparados para la acción, Angélica aparecía lista para disparar.
“Ayer cometí un error cuando hablé con ustedes. Les pedí que vieran al Santo Padre cuando hiciera el Via Crucis, pero él no llegó a hacerlo. Lo siento por el error. Pero estoy muy feliz de que él no estuviera allí. Las estaciones fueron muy bonitas. Las oraciones también. Pero ellos pintaron a Nuestro Señor como una mujer. !Una verdadera abominación para el Padre Eterno!”
Como una madre defendiendo a sus cachorros ella lanzaba a sus adversarios algo mucho más afilado que un cuchillo de cocina. El resultado no fue menos visceral ni menos apasionado. A medida que continuaba, su ritmo se aceleraba más.
“Es blasfemo que ustedes se atrevan a retratar a Jesús como una mujer. Sabes que como católicos hemos estado callados todos estos años. Después del Concilio Vaticano – esos hermosos documentos inspirados por el Espíritu Santo fueron falsamente representados, falsamente retratados, falsamente interpretados todos estos años, y cada excursa, como esta pantomima, le ha sido achacada a los documentos Vaticanos... Estoy cansada, harta de ser empujada a un rincón. ¡Estoy cansada de vuestro lenguaje inclusivo que rehúsa admitir que el Hijo de Dios es un hombre! Estoy cansada de vuestros trucos. Estoy cansada de vuestras falsedades. Estoy cansada de que hagáis un pequeño roto y que al poco se haya convertido en un pequeño agujero en el que todos caemos. No, esto fue hecho a propósito... Ustedes hicieron una declaración que no era accidental”. Suspiró profundamente y con ojos semicerrados dijo: “Estoy tan cansada de ustedes, Iglesia progre de América”.
Recitando una letanía de ofensas, incluyendo faltas de respeto a la Eucaristía, oración autocentrada y educación sexual obligatoria en las escuelas, Angélica explotó. “Ustedes están enfermos... Ustedes no tienen nada que ofrecer. No hacen otra cosa que destruir”, dijo violentamente agitada.
“Ustedes no tienen vocaciones y les da lo mismo – su único propósito es destruir”. La madre cruzó los brazos subiendo de tono la voz. “Este Santo Padre es un padre santo. Su único deber es dar a conocer la verdad y... ustedes le destruyen antes de que aparezca en los periódicos. Ustedes hablan contra ella. Ustedes le llaman viejo... meten esta pantomima, esta mujer como si fuera Jesús. Ustedes no soportan la catolicidad auténtica y por eso la desvirtúan, como han desvirtuado tantas cosas a lo largo de estos treinta años... Inténtenlo con Martin Luther King. Pongan una mujer en su puesto y vean qué pasa. Inténtenlo con Moisés o con Mahoma. No, nosotros somos los únicos que podemos ser tirados por el suelo sin decir esta boca es mía”.
Ella gimió conteniendo su dolor, con los ojos húmedos. Defendiendo la persona de Cristo y su Iglesia se había puesto furiosa. Mordiendo cada sílaba, estrechando el crucifijo contra su pecho, como si fuera la única fuerza de su oratoria continuó, “¿Ven este cuello? Nosotras habíamos adoptado este cuello pequeño, moderno, de manera que pudiéramos acercarnos mejor a este mundo moderno, a esta sociedad pagana... Pues vamos a cambiarlo ¡Vamos a aparecer muy romanas porque hoy estoy haciendo aquí un compromiso!”.
Del Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles surgió un grito de aclamación. La mayoría de las hermanas reunidas allí en la Sala de San José habían contribuido a ese grito.
“Ustedes han escondido su agenda con una pantomima. Mi agenda no está oculta”, dijo ella. Todavía no he oído a nadie contradecirles o contrarrestarles o decirles algo que les desagrade. Pues bien, yo se lo digo... Me ofenden sus malos modos anticatólicos, irreverentes con las masas de este país... Vivan su vida, vivan sus falsedades, vivan sus mentiras – pero déjennos en paz... no derramen su veneno letal sobre toda la Iglesia”. De repente su voz se apagó. “A pesar de todo lo que les he dicho, les amo y siento mucho que haya tenido que ser así, pero así ha sido”.
El desafío público de la Madre a la rama progresista de la Iglesia Católica reverberó mucho más allá del Día Mundial de la Juventud, eclipsando totalmente la pantomima que lo había inspirado...
“La Jornada Mundial de la Juventud fue el punto de retorno para la cadena (de televisión) y para la Madre”, opinó Chris Harrington. En esa media hora corta en Denver, la Madre Angélica había puesto en marcha una cruzada ortodoxa, invitando a todos aquellos que se sentían defraudados y confusos por los continuos cambios dentro de la Iglesia a que permanecieran firmes y a no ceder más terreno al adversario...
Las respuestas oficiales al mensaje de la Madre Angélica no se hicieron esperar: el presidente de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos, Arzobispo William Keeler, el Arzobispo Rembert Weekland, de triste memoria, el “National Catholic Reporter”, el Obispo Robert Lynch, saltaron a la palestra. Pero en vano: el show de la Madre Angélica en Denver había tenido una increible pegada con el público en general, con resultados duraderos para la Iglesia en los EE.UU y en el mundo entero.
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